Este espacio está dedicado a pequeños relatos que iré colgando a medida que vaya escribiendo.

Aunque no son el proyecto principal me gustaría compartirlos, porqué siempre es más fácil escribir un pequeño relato con una idea que me a surgido en el momento, que un texto de más extensión que me gusta más revisar, ir a poco a poca, etc.

Estos se colgaran en esta pagina, y a medida que vaya habiendo más los iré clasificando en pestañas por data.

Puede que si escribo algo no relacionado con la época, pero estoy satisfecha lo cuelgue igual, como ya os aviso en el inicio o en el apartado de críticas y recomendaciones, también.

La esposa de la muerte espera ansiosa su vuelta en vida. Sentada junto a la chimenea se encuentra, pues fría es la casa de la muerte. Mira las llamas, más muertas que vivas, y las cenizas que hasta las puntas de sus zapatos llegan, tan gastados que más pronto que tarde verán su morir.

La señora, que de blanco viste, una luz en la oscuridad, mira sus manos pálidas y envejecidas por el esperar de su esposo, que sola y taciturna, con el alma cada día más nocturna, es aprendiz de lo muerto.

Su piel transparenta sus huesos de cristal, ya tan frágil por los años que lleva siendo esposa. La esposa de la muerte, decaída y deformada, respira desdichada aceptando su suerte. No hay ruido ni silencio, no hay calma ni caos, solo la esposa de la muerte que espera ansiosa su vuelta en vida.

Si ella viva aguarda, la muerte solo muerta la recogerá. Vacía por dentro y fría por fuera, sin color en la piel, con el pelo canoso y sus ojos ciegos de luz y de oscuridad después. 

Pobre mujer de la muerte en vida, si pudiera evitar su sufrir, pero encerrada se halla en el palacio de la muerte, lejos de todo recuerdo que fuera feliz. Que la muerte no la espanta, solo es ese dolor que le aprisiona las entrañas más como esposa debe cumplir.

Se asoma a su ventana; ¿Estrellas del cielo, donde estáis? Que ayer me abandonasteis y la promesa de una vida quedó atrás. Como vosotras, estrellas, ella se ha sabido ocultar en la negrura de mi amada muerte.

La luz ya se extingue por sí sola, la esposa de la muerte en la muerte debe esperar. Ni calor, ni luz, ni nada, todo negro que solo así la muerte volverá, junto a su esposa, que frío padece, que a poco a poco mure junto a las llamas de su hogar.